José Benito García Iglesias
La última "entallada" en la Ría. Segunda parte (última)
Organizar una "entallada" era complejo, había que tener mucha experiencia en este tipo de arte y saber mucho sobre el comportamiento del "mugel" en la Ría, pues se debía de predecir su comportamiento con el clima y sus posibles cambios desde unos días antes, que era cuando se montaba la "entallada". Incluso se debía de tener en cuenta las épocas de fiestas como San Juan, por ejemplo. Con la cantidad de bombas y fuegos de artificio el "mugel" se asustaba y escapaba de la zona. En alguna ocasión la "entallada" había sido desastrosa por fallar la previsión y no llegar a entrar el "mugel", lo que suponía pérdidas importantes ya que las algas, con la fuerza de la marea, reventaban las redes de algodón y eso era un costo que se cubría con la parte correspondiente de ganancias, si es que las había claro.
Toda la pesca se descargaba en el muelle del puente de La Barca, donde se encontraba la casa y el hórreo del señor Ricardo "Panderetas". El uso que se le daba a este hórreo era para el secado de las redes, pues como eran de algodón con cáñamo si les daba toda la fuerza del sol las "quemaba", se resecaban y deterioraban, así que de esta manera se secaban protegidas de los rayos solares.
Cada familia propietaria de barcos poseía también un "encascador", este era un lugar destinado a cocer y teñir las redes. Recordemos que en aquella época las redes eran de algodón con cáñamo y era necesario cocerlas con cortezas de árboles, preferiblemente roble y sauce, que se traían en épocas en que la corteza tenía mayores propiedades para proteger y endurecer las redes, esto además les daba ese color marrón, pues de origen eran blancas.
Las mujeres eran las que se encargaban de todo el proceso de preparado y de la venta de la pesca. Mayormente se vendía el producto en Santiago, Pontevedra, Portonovo y Marín, y si dentro de la pesca entraba lubina, esta era vendida toda en Vigo.
El reparto de los beneficios obtenidos se realizaba en "partes", una "parte" la componían cuatro "cartones". Así tenemos la siguiente distribución: cada embarcación se llevaba una "parte", la red también una "parte" (cada tramo de red, porque la red usada en una "entallada" la componían varios tramos de red unidos, en la de Combarro, por ejemplo, se utilizaban diecisiete tramos de red), el patrón (dueño de la "entallada"), una "parte"; los marineros, mayormente una "parte", si su trabajo era más específico o su buen hacer y laboriosidad quedaba demostrada llevaban entonces una "parte" y un "cartón", o dos; y los rapaces que participaban entre 14 y 15 años, llevaban un "cartón" (un cuarto de "parte").
Era un arte de pesca muy cuidadoso con el medio ambiente ya que no destrozaba el pescado y como la malla era bastante grande permitía que especies más pequeñas no fuesen atrapadas y solo se pescasen las grandes.
A pesar de todo ello se dejó de practicar este arte de pesca, cuestiones administrativas en cuanto a contratos de los marineros, relaciones con las cofradías de pescadores y diversas cuestiones análogas hacían inviable el mantener rentable económicamente la realización de una "entallada".
Después de la última entallada, la madre y la tía de Sebastián Beloso "Corucho" que habían quedado como jefas del clan familiar junto con sus correspondientes hijos, tras la muerte de sus maridos, y propietarias ambas de la totalidad de las redes a partes iguales, quemaron todas las redes y pertrechos correspondientes a las "entalladas", por la gran pena que les produjo el acabar con un arte que desde siempre habían realizado los miembros de su familia. Fueron quemadas en el muelle al lado de la vía del tren, frente a la casa familiar de los "Panderetas".
Tristemente, "Corucho", falleció hace cinco meses. A él debo el conocer todo lo que aquí he contado. Una tarde de verano me abrió la puerta de su hogar y en compañía de su familia charlamos cordialmente durante varias horas, a pesar de que su estado de salud ya no era muy bueno. El motivo era conocer todos los pormenores de este arte para plasmarlos en un próximo libro y para ello conté con la mejor persona que me lo podía explicar, el último miembro de la familia "Panderetas" que realizó la última entallada en la ría de Pontevedra.