Leoncio Feijoo Lamas
El viaje de Nathalie
Más o menos conocidos los pormenores del viaje que el alcalde de Pontevedra y su nutrido séquito realizaron a Bruselas, para recoger el premio 'Intermodes', el que concede esa agencia privada creada para ayudar a resolver los problemas relacionados con la movilidad y el transporte, nos toca ahora recrear el viaje que su gerente, Nathalie Leclerc, tiene pendiente con la capital del Lérez.
Porque lo curioso de este galardón es que se concedió a ciegas, sin haberse desplazado los miembros de 'Intermodes' a nuestra ciudad para comprobar in situ la realidad del tema que nos ocupa.
Así, si Doña Nathalie viniese en avión hasta Peinador, suponiendo que no arribase a Oporto, defensora como es esta francesa del transporte público, lo primero que le sorprendería es no hubiese establecida una línea de autobuses entre el aeropuerto de la provincia y su capital, y no entendería como un alcalde que lleva doce años en el cargo no hubiera resuelto este reto. Hay que pensar además, que para coger un ferrocarril tendría que desplazarse hasta Vigo en automóvil, y aun allí podría comprobar cómo todavía existen vagones de tren de la época de 'Cuéntame'.
Pero lo normal es que el Concello le pagase un taxi, para venir por la autopista, y ahora también se escandalizaría esta gerente del alto peaje que hay que pagar en euros por tan pocos kilómetros de trayecto. Seguro que por ese precio hacían maravillas en los billetes combinados de otras regiones transfronterizas premiadas con anterioridad. ¡Y a ver cómo le explicamos que en estos últimos años de bonanza económica no se consiguió construir ni un kilómetro de autovía alternativa libre de peaje!
Siguiendo con las sorpresas, a Nathalie le llamaría la atención que no hubiese obreros trabajando en el llamado nudo del Pino, nódulo crucial de comunicaciones en la zona sur de la ciudad. Más adelante, superados los atascos de la Avenida de Vigo, a la vista de las estaciones de ferrocarril y autobuses, no suficientemente interconectadas, alcanzaría el taxista el barrio de Campolongo. Allí podría contemplar in situ uno de los mecanismos más eficaces de socialización y optimización del tráfico rodado: los gorrillas. Gracias a estas personas la vida diaria se hace más amable al conseguir compatibilizar aparcamientos y gestiones cotidianas. Hace más un gorrilla por la movilidad de la ciudad que mil metrominutos.
No obstante, antes de llegar al destino final, el taxista podría ir por la calle Gutiérrez Mellado, donde Nathalie se sorprendería del ronroneo de los adoquines sueltos. Habría que explicarle que aquí el deporte nacional es la chapuza de las obras en calles como Riestra, Michelena, Glorieta de Compostela o Soportales, donde las reparaciones están a la orden del día y consumen buena parte del presupuesto local.
Le llamaría también la atención los postes desnudos de lo que un día fue el 'Pillabici', un experimento del Concello, logrado tras desembolsar cerca de trescientos mil euros de las arcas públicas. Fracasado ese proyecto, más alucinaría al saber que su concejal mentor todavía sigue en el cargo y con responsabilidades en temas de transporte y accesibilidad.
Al final llegaría a su destino, a Michelena 30, por una calle que hace muchas décadas fue verdaderamente europea, al transitar por ella el trolebús eléctrico y aun antes el tranvía.
¡Menos mal que aún nos quedan los camarones de la ría!
11.02.2013