José Antonio Gómez Novoa
Ventana Indiscreta: Cheque Regalo
Aquí me tenéis, llevo dos días en Benidorm en primera línea de playa observando la marabunta, gracias al cheque regalo que me endosaron mis cuñados en el amigo invisible de las navidades de hace dos años. A punto de caducar sólo me quedaba la alternativa mediterránea.
Ayer me levanté a las 6 de la mañana, y después de desayunar por encima de mis posibilidades, y creyendo que aún no se “habían abierto al público” los arenales, me propuse realizar mis largos paseos por la orilla.
Me sorprende, un mar de sombrillas enredadas entre sí, meciéndose por la suave brisa matutina igual que antenas de insectos buscando su espacio diminuto en la arena, y multitud de personas, unas en posición de roca en la silla, otras en decúbito supino o prono, y algunos atrevidos como yo zizzaguenado, aprovechando los pequeños resquicios, consiguiendo avanzar unos pocos metros no sin dificultad.
El paisaje es pintoresco. La señora que lleva las llaves del coche sujetas a la cinta de la cabeza, los abueletes que pasan la noche guardando sitio para toda la prole, el señor que lee el Marca una y otra vez, una pareja comunicándose entre ellos vía whapsapp, un abanico de tatuajes repetidos (carpas, dragones, mariposas descoloridas) y toda clase de “fauna” curiosa.
Después de 60 minutos de slalom, desorientado tuve que pedir la ayuda de un joven que inmortalizaba su amor dibujando un corazón en la orilla. Gracias a él, aquí estoy al lado de la piscina del hotel, tomando un zumo de maracuyá, mango, piña, guayaba, sentado y escribiendo éste artículo.