Tribuna Viva
La sociedad es quién debe decidir, no los incendiarios
A principios del mes de agosto se inició un incendio en la isla de La Palma, que además de causar la muerte de una persona y otros daños, acabó quemando casi 5.000 has. de superficie y su extinción se prolongó nueve días. Este incendio, iniciado por una negligencia y en un único punto, evidencia que en ese lugar existe un problema relativo a la gestión de la superficie forestal, el cual debe ser solucionado para evitar que un solo inicio de fuego acabe generando una catástrofe como la ocurrida.
En el caso del problema de los incendios forestales en Galicia y tras la "tradicional" ola de incendios que se ha vuelto a repetir este verano, son muchas las voces que opinan sobre los incendios forestales, promoviendo cuestiones como cambios en la política forestal, cambios en los servicios de extinción de incendios, cambios en la atención del mundo rural, etc., pero creo que cuando en estas fechas en Galicia diariamente se producen decenas de incendios teniendo la inmensa mayoría de ellos un origen intencionado, a diferencia del caso de La Palma, todas las cuestiones no relacionadas con esa intencionalidad de los incendios deben ser una cuestión secundaria, siendo la cuestión principal la eliminación de ese enorme número de incendios intencionados.
Saber la motivación concreta que hay tras un incendio intencionado puede ser complicado, pero diferenciar si un incendio ha sido producido de forma intencionada o por negligencias, accidente, etc., es relativamente sencillo, por lo que no debe haber dudas de la intencionalidad de la inmensa mayoría de los incendios que se producen en Galicia (sobre el 80 % del total), tal y como reflejan las estadísticas oficiales.
Como he indicado, al margen de la motivación concreta que haya detrás de cada incendio intencionado, todos ellos tienen una característica común: sus autores buscan una utilidad a la eliminación de la vegetación por el fuego (si la desaparición de la vegetación no tuviese utilidad, no se provocaría el incendio) y lo que intentan conseguir con esa utilización de los incendios intencionados es imponer de forma violenta al resto de la sociedad su decisión sobre cuál debe ser la situación de la superficie forestal o sobre que usos deben o no realizarse.
Por lo tanto, para poder avanzar en la solución del problema de los incendios forestales en Galicia la primera medida a adoptar debe ser impedir que los incendios intencionados provoquen cualquier clase de modificación tanto en la situación de la superficie forestal como en los usos que en ella se realizan, así se conseguirá dejar claro a quienes estén dispuestos a provocar incendios que su actuación no va a tener ninguna consecuencia y que si quieren promover cualquier modificación de la situación actual deberán hacerlo por otros medios.
Para lograr esto debe establecerse que después de un incendio intencionado y durante un determinado periodo de tiempo (cinco años…), no se podrá realizar ningún cambio en las zonas afectadas por esos incendios y sólo se realizarán actuaciones dirigidas a restablecer la situación anterior o evitar mayores daños.
Todos aquellos colectivos o personas que tengan interés en que el problema de los incendios forestales se solucione, deberán renunciar a plantear reivindicaciones derivadas de la existencia de los incendios intencionados y al mismo tiempo los poderes públicos deben buscar el máximo consenso social en la aplicación de todas aquellas medidas de lucha contra los incendios forestales que sean necesarias, estableciendo para ello los foros de discusión y toma de decisiones que corresponda.
Para adoptar esas decisiones será necesario redefinir el ámbito de decisión (autonómico, comarcal, etc.) y determinar quiénes son los que deben participar en esos procesos (representantes políticos, propietarios, conservacionistas, etc.), pero si se quiere avanzar en la solución del problema de los incendios intencionados, dichas decisiones deben salir del consenso social y no de la imposición violenta por parte de aquellos que están dispuestos a provocar los incendios.
De esta manera, si antes de un incendio intencionado había eucaliptos, deberá seguir habiendo eucaliptos, si antes de un incendio había matorral, deberá seguir habiendo matorral, si antes de un incendio había ganado pastando, deberá seguir habiendo ganado y si antes del incendio no lo había tampoco deberá haberlo después, etc. Al mismo tiempo, en el foro que corresponda y respecto al ámbito territorial que corresponda, deberá decidirse si debe haber eucaliptos en un determinado lugar o no debe haberlos, si debe pastar el ganado en un determinado lugar o no debe hacerlo, si se debe cazar o no se debe cazar, etc. y esas decisiones deberán respetarse al igual que se respetan el resto de decisiones que se adoptan en otras materias.
En caso contrario se estará condenado a estar continuamente cambiando las decisiones mientras haya alguien dispuesto a provocar incendios, o de otra forma, serán quienes estén dispuestos a provocar esos incendios los que imponen su visión particular al resto de la sociedad.
La segunda actuación inmediata para avanzar en la solución del problema de los incendios intencionados, es acabar con la impunidad con la que actúan los incendiarios y con la percepción social de la imposibilidad de hacer frente a esos incendiarios.
Acabar con esa impunidad no es algo imposible ni siquiera muy difícil, ya que por una parte no son tantas las personas dispuestas a provocar incendios y por otra parte el problema afecta de forma recurrente a los mismos lugares.
En el momento actual, existe tecnología y medios para poder hacer frente a esos incendiarios, pero creo que se necesita un marco legal que facilite esa lucha y también medios humanos y materiales adecuados. Estos medios humanos deberán ser equipos especializados en la detección y persecución de los incendiarios y deben dotarse de personal suficiente y medios adecuados para realizar esa función.
Considero que solamente cuando la sociedad en su conjunto pueda imponer su voluntad frente a aquellos que están dispuestos a provocar incendios, será posible solucionar ese problema y avanzar en aplicar todas aquellas políticas que se consideren necesarias para que la superficie forestal cumpla las funciones que la sociedad demande de ella.
Miguel Angel Villalba
Zamora.