Manuel Pérez Lourido
Pesadillas electorales
Hace unas noches tuve una horrorosa pesadilla. En realidad toda pesadilla lo es, puse el adjetivo para enfatizar. En la mía había elecciones generales. Sí, en España. El mayor número de votos lo obtenía el partido con el mayor número de imputados por corrupción. Hasta ahí, todo normal, tratándose de nosotros. Pero no conseguía los diputados suficientes para gobernar sin necesidad de apoyos. Entonces el líder de ese partido, con aspecto de encaminarse con paso firme a un punto cuya ubicación desconocía, se puso a buscar aliados entre el resto de partidos, pero solo dentro del "bloque constitucionalista" que es un término inventado para aislar al tercer partido en votos. En el medio me venían imágenes del rey recibiendo a los líderes políticos en una especie de paripé sin sentido alguno al que la prensa trataba como si fuesen viajes interplanetarios. En eso que los líderes del segundo partido más votado y del cuarto, sin que la suma de sus diputados fuese decisiva para nada, deciden juntarse y hacerle la pirula al tercero. Este ya ve claro que las ve a la llevar de todos los colores. Finalmente no se conseguía llegar a ningún lado y se convocaban nuevas elecciones. Desperté entre sudores, pero aliviado.
La noche siguiente el sueño se repitió casi al completo. Las segundas votaciones habían arrojado un resultado similar y volvía a aparecer el rey diciendo cosas insulsas y estrechando la mano a los líderes. El líder del partido más votado seguía sin encontrar quien le apoyara: le recriminaba haber consentido la corrupción y haber gobernado sin buscar acuerdos. Ahora te jodes, parecían decirle. Pero van los del cuarto partido y se arriman esta vez a ellos. Tampoco sus votos sirven para gobernar pero así quedan de güais y salen más en la tele. Le dicen que lo investirán por unas chocolatinas light. Querían impactar pactando, por raro que suene. Noté que sudaba profusamente, aunque seguía soñando. Y lo que me quedaba por soñar...
Los del segundo partido, que no querían saber nada del tercero, tampoco se plegaban a los llamamientos del primero y del cuarto. Los terceros les hacían guiños pero era para dejarlos en evidencia. Y entonces pegué un alarido. El líder del primer partido dijo que si no lo apoyaban a él habría nuevas elecciones ¡el 25 de Diciembre!. Después, claro, respiré un poco porque me di cuenta de que todo aquello no podía ser más que una pesadilla. Creo que hasta solté una carcajada: ¡tres elecciones y la última el día de Navidad! Desperté de golpe y me fui a por un vaso de agua con la sonrisa en los labios.