Milagros Bará
La triste vida de un mindundi
"No quiero que me atienda ningún mindundi: a mí, que me atienda el jefe" Cuántas veces habremos oído esta frase o alguna parecida... El mundo está lleno de seres que piensan que los mindundis siempre son "los otros". ¿Y qué es un mindundi? Pues una persona insignificante o de poca categoría, según el diccionario, y sin poder ni influencia según la RAE. Por eso la vida de un mindundi es siempre triste... gris y no sabe que lo es hasta que "los clasificadores" lo señalan con el dedo.
Los mindundis buenos son personas que no descienden de nadie en particular y no tienen padrinos bien situados. Como ya comenté en otra ocasión: "El mindundi bueno es el cerdo facóquero que se come el leopardo en un documental de La2, el negro que muere siempre en las películas americanas de los años setenta o el hispano con cara de psicópata que siempre hace el papel de malo, de esclavo, criado, bufón o ladrón".
La patética figura del hombre bueno es producto de la sociedad de clases, un auténtico paria. La diferencia es que en la India se ve y aquí se disimula. En resumen, un despojo de la sociedad que no ha sabido situarse y por eso es un "Don Nadie". Tienen despertadores de patitas, se levantan a las siete de la mañana, fichan a las ocho, desayunan a las once y salen a las tres en punto y, si la jornada es partida, por la tarde más de lo mismo. Tienen coches normales y ponen la gasolina justa. El mindundi bueno es tan triste que no tiene ganas de preocuparse por la vida de los demás. Nunca aprueba una oposición por más que estudie, y no ocupa cargos importantes.
La poca categoría del mindundi también se nota porque nunca aparece en prensa ni en la tele. Nadie le regala entradas para los partidos o lo cuela en un concierto. Es un personaje que no le interesa a nadie. De padres mindundis nacen hijos que también lo son y así se perpetuán en sagas familiares.
Al mindundi bueno sólo se le saludan los mindundis malos si tiene a su lado a alguien realmente importante... entonces todo son abrazos. Cuando un mindundi bueno se visibiliza saltan todas las alarmas porque, al salir de su estado de letargo, ve con claridad que detrás del dedo del clasificador hay otro mindundi, pero de los malos.
Los mindundis malos son como los políticos porque se reparten lo que hay y no les gusta que los otros mindundis lleguen a nada. Cuando un mindundi bueno se convierte en malo su vida cambia, progresa y prospera, pero para los malos, los de siempre, siempre será un mindundi.
El mindundismo malo se ha instalado en todas partes. ¿Y qué dice el diccionario sobre esto? Nada, porque la palabra mindundismo no existe... El mundo del mindundi es insondable. Por suerte, hace unos días se sentó a mi lado uno bueno y me di cuenta de que éramos iguales. Como se ve... es verano, hace calor, tengo dieciocho de tensión y el celebro "recalentao"...