José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: El bostezo
Apenas tuvieron que pasar 30 minutos para que mi diafragma se contrajera, y se produjera un intercambio masivo de aire debido al aburrimiento que sobrevino al permanecer inmóvil ante el nodebate del lunes 13 de junio.
Advertí en mí una relajación muscular progresiva que terminó en un estado de distensión durante las siguientes 8 horas. Había acudido a un entrenador en respiraciones que alternaba meditación, yoga, pilates, terapias holísticas y otras técnicas de relajación, que lo máximo había conseguido era que me controlara ( y no es poco) ante los continuos exabruptos de mi jefe.
Antes del evento, me costaba mucho dormir, era tal el exceso de activación que después de 3 horas de dar vueltas en la cama, no dejaba de tener pesadillas, me instalaba en la posición de la grulla, y propinaba continuas patadas a la lámpara de la mesilla de noche e incluso llegaba a dañar el reloj de cuco provocando la salida del autómata antes de tiempo pronunciado el cucú repetidas veces, y despertando al resto de la familia que dormía apaciblemente.
Había probado otras técnicas tan dispares como la terapia musical del Dr. Matropievich, que me había recetado escuchar el wagneriarno <<Ocaso de los dioses>> una hora antes de dormir y otra al levantarme. No llegué a pasar del acto 2 cuando el preludio áspero y estridente de sus acordes, causaba en mí una desazón más propia del campo de batalla que la del inicio de un sueño plácido.
Me he dado de alta en el rebobina de mi plataforma televisa para poder repetir cada noche el debate a 4, y ya consigo entrar en estado “cuasicatatónico” a los 5 minutos del que ya considero como mi programa de "cabecera".