Bernardo Sartier
Dicho lo cual…
España no va bien. Empezamos por no saber hablar -o por hablar mal- y terminamos por hacer las cosas como el culo. La pobreza expresiva de las élites mete miedo. La del resto, ni comentarla.
Carga de trabajo; ¿vale?; dicho lo cual y proyecto. Prácticamente a estas coletillas se resume el esfuerzo expresivo nacional. De los que saben, de los que presumen de saber, de los que deberían saber y de los que no tiene ni puta idea de nada.
Comencemos por el muy popular "¿vale?". Muletilla chulesca y asertiva, asegura la comprensión del interlocutor (o eso cree el burro fariñeiro que la utiliza). Al principio, en medio y al final de cualquier monólogo. Vean: "no voy a hablar de Andreita ¿Vale?". España ha tomado de referente moral a Belén Esteban. Y adoptado como hijos putativos culturales los grandes hermanos y las islas (Por cierto. En una isla de esas, televisadas, una concursante adelgaza hasta parecer bípeda famélica bajo yugo de hambruna inclemente; pero el melonar, el tetamen se le mantiene incólume. Me temo que ahí hay gato encerrado. O silicona).
Otra: "carga de trabajo". Si el Presidente de la Xunta -por ejemplo- se refiere a Navantia o a Barreras explicando que ha conseguido de Pemex la adjudicación de un contrato para la construcción de buques, comparece en rueda de prensa y, muy ufano, va y dice "hemos conseguido carga de trabajo". Así. No dice "trabajo", que le debe parecer muy pobre y muy simple y que sería lo correcto, sino "carga de trabajo". La pregunta es por qué si se habla de un astillero es "carga de trabajo" y si se hace de una explotación minera es trabajo. Solo. Que, por otra parte, es lo fetén. Será que el trabajo del astillero "carga" mucho y el resto de trabajos menos.
Pues ya le voy diciendo al Sr. Presidente que a mí el trabajo me carga un montón, exactamente lo mismo que a un albañil, a un fresador o al soldador de un astillero. Pero no es lo malo la estúpida y caprichosa frase hecha, más que eso gilipollez sin paliativos, sino la facilidad con que la que luego, una innúmera patulea de papagayos, la repite hasta darle carácter universal, porque les parece -faltaría más- muy guay llamar al trabajo "carga de trabajo".
Hay otra expresión que me vuelve loco. Proyecto. Si preguntan a algún alto dirigente de un partido por cómo va la cosa dirá "el "proyecto marcha". Seguramente está pensando en el ideario, en el programa, incluso en el plan o en las previsiones que tiene esa organización política para el futuro, pero prefiere decir el "proyecto". Más "molongui" y tal. Muy vistoso. O un entrenador de fútbol. Interrogado por el equipo confeccionado para la próxima temporada contestará que es un estupendo "proyecto", en vez de decir una buena plantilla o un buen grupo de futbolistas.
España es un enorme proyecto en el que todo dios proyecta. Lo que no sé es qué. Y después de la "carga de trabajo", del "¿vale?" y del "proyecto", voy con otra expresión que ha adquirido carta de naturaleza en todo tipo de tertulias. No hay opinante, tertuliano inteligente, mediopensionista o tonto del culo -que los hay y a lo peor incluso el suscribiente es buen ejemplo de estos últimos- que no la utilice hasta la náusea: "Dicho lo cual".
Comienzan su intervención con una especie de proemio, de introducción, y luego van y largan, a bocajarro, "dicho lo cual". Todos. Como loros. Como el vinilo rayado. Del Inda al Aguilar. Vean. "yo creo que… (sigue entonces una breve parrafada que culmina en el impactante, en el luminoso "dicho lo cual").
Por eso, ampliamente instruido en esta brillante praxis del léxico patrio, llegué el otro día a casa y le dije a mi patrona: "Maruja, en el proyecto del chollo nos hemos quedado sin carga de trabajo ¿vale? Dicho lo cual, Maruja, conviene que vayamos pensando en otro proyecto". Y por la noche, en cama y para sugerirle cochinadas: "Maruja, siento que me pasa una cosa por aquí…¿Vale?; dicho lo cual, Maruja, qué te parece si nos ponemos al proyecto". Y a mi hija: "Martina, no me gusta el proyecto de excursión ¿Vale?; dicho lo cual, habéis tenido demasiada carga de trabajo durante el curso". A los de la oficina: "este proyecto no va bien ¿vale?; dicho lo cual, a ver si nos ponemos las pilas y satisfacemos, como dios manda, la carga de trabajo". Y el sábado: "Maruja, recuerda que hoy tenemos el proyecto de cumplimentar la carga de trabajo de ir al Súper ¿vale?; dicho lo cual, dime si llevamos el carrito de la compra o cargo con ella, como siempre, como un becerro". Con los amigos: "¿a qué hora quedamos para el proyecto de la tertulia?; dicho lo cual ¿a la misma a la que habitualmente satisfacemos la carga de trabajo de mamarnos de cervezas hasta las trancas?". O al mandar la columna a Pontevedra Viva: "ahí os envío mi proyecto ¿vale? He satisfecho mi carga de trabajo lo mejor que he podido; dicho lo cual, aprovecho para saludaros". Incluso en la frutería: "¿Cómo está hoy el proyecto de la nabicol? ¿y el del brécol?; dicho lo cual, si no tenéis mucha carga de trabajo ¿vale? ¿podríais pesarme medio kilo de kakis?". Y hasta en el siquiatra: "he tenido un problema con la carga de trabajo, doctor, y mi mujer no cumple su parte del proyecto conyugal ¿vale? Dicho lo cual, no sé si podrá usted recetarme unos somníferos".
Pues eso. Aquí les queda mi proyecto ¿vale?; dicho lo cual, les dejo que tengo una enorme carga de trabajo.