Beatriz Suárez-Vence Castro
Las razones de una niña
Hay monstruos buenos y príncipes malos. Todos los niños lo descubren tan pronto como empiezan a interpretar los cuentos.
Las mejores historias son las que cuentan los abuelos y las que los niños les cuentan a ellos. Terminan siendo un secreto solo compartido por abuelo y nieto.
Icíar Bollaín en su última película, El Olivo, nos habla de lo profundo que puede ser el vínculo entre los niños (una niña, en este caso) y sus abuelos.
A través del poder evocador de un árbol, indaga en las relaciones familiares, un terreno abonado de amor pero también de rencores, y del tremendo poder del perdón para quien sabe darlo venciendo todas las resistencias y abriendo el corazón.
Su actriz principal, Anna Castillo, trabaja desde el único sitio donde se puede agarrar al espectador: la verdad, tanta verdad que no parece que actúe. Está arropada por un buen puñado de secundarios poco conocidos para el gran público y por el actor gallego "de moda": Javier Gutiérrez.
Destaca la actuación de Manuel Cucala en el papel del abuelo. Sin experiencia previa como actor, demuestra que se puede ser novel a cualquier edad y hacer un trabajo impresionante.
Gracias en parte a una gran iluminación y fotografía, Icíar Bollaín consigue un ejercicio equilibrado entre imagen e historia sin que una desmerezca a la otra, logrando un conjunto emocionante, suavizado con el toque justo de humor. La música, de Pascal Gaigne, está perfectamente escogida.
Bollaín continúa haciendo un cine desprovisto de artificios, que explora los sentimientos para dejarlos a la vista del espectador. Apuesta por talentos nuevos en los papeles principales y los mezcla con actuaciones veteranas que den solidez al trabajo de los actores. El guion, de Paul Laverty, da importancia a las palabras pero también a los silencios. Los primeros planos de cámara acompañan la mirada de los actores cuando callan, subrayando los momentos más intensos.
Empatizamos con el loco afán de la protagonista por encontrar un árbol, porque sabemos sus razones. Son extraordinariamente poderosas: las de una niña que no quiere perder a un monstruo bueno, ese que solo su abuelo y ella conocen, porque lo que en realidad quisiera no tener que perder nunca es a quien más quiere en el mundo.
La producción ha querido, además, apoyar el proyecto Apadrina un olivo que pretende llamar la atención sobre el abandono de los olivares en la comarca de Teruel.
Con El Olivo, ahora en cartelera, el espectador tiene también buenas razones para ver cine español.