José Benito García Iglesias
El comercio de La Moda Ideal
En nuestra ciudad apenas quedan un puñado de establecimientos de esos que solemos denominar "con encanto". Negocios que han conseguido vencer el paso del tiempo y haber mantenido su esencia a través del cambio generacional, convirtiéndose en lugares de referencia de nuestra ciudad y enriqueciendo nuestro patrimonio urbano.
Poco a poco hemos visto como la nómina de esos establecimientos se ha ido reduciendo, las causas han sido diversas, siendo el cierre por jubilación de sus propietarios la principal.
Pero si triste es ver como uno de estos establecimientos, que ha formado parte de nuestra vida cotidiana, de nuestra historia viva, desaparece, mucho más triste y doloroso, muy doloroso, es ver que lo hace siendo pasto de las llamas.
Ese fatídico lunes 1 de febrero, visité por última vez La Moda Ideal, a eso del mediodía fui a solicitarle a Mayte, su propietaria, que me permitiese acceder hoy, precisamente, con un grupo de alumnos de la UNED Senior, para relatarles "in situ" la historia del establecimiento, su respuesta fue afirmativa, como lo fue en las otras ocasiones que he ido de visita con alumnos, porque Mayte entendía que su establecimiento ya formaba parte de nuestra historia, como así era, por eso daba facilidades a toda cuanta persona quería visitarlo e incluso fotografiarlo. El establecimiento tenía encanto, pero gracias a su propietaria ese encanto se multiplicaba.
Hoy, toda su historia, todos sus recuerdos, toda su vida, ha quedado reducida a cenizas. En la tarde noche de ese día, primero de febrero, las llamas nos arrebataron siglo y medio de historia, de nuestra historia, y gran parte de la vida y recuerdos de su propietaria.
Entre esas paredes yermas que hoy podemos contemplar, entre esas piedras ennegrecidas por el humo y el fuego, no solo se han consumido estructuras de madera, multitud de telas y objetos diversos, el fuego también se ha llevado trabajo, ilusiones, recuerdos, sentimientos…y como no, historias, historias que impregnaban este emblemático local y que eran en sí la esencia del mismo, historias que nos hablaban de épocas pasadas, acompañadas de las notas musicales de las orquestas del Café Méndez Núñez que resonaban en su interior, de la algarabía de la clientela en sus mesas de juego, incluso de los disparos que realizó en su día una mujer, porque como todo buen edificio con raigambre, este albergaba un crimen pasional entre sus paredes. Porque en su interior todavía se conservaba la estructura original, con una enorme balconada de madera de castaño que recorría el piso superior, donde se sentaban los espectadores que se deleitaban escuchando la música de la orquesta que se situaba en la planta baja, la misma estructura que años más tarde se impregnó del olor intenso y penetrante de los curtidos de la talabartería de Álvarez que ocupó el establecimiento al cambiar de ubicación el café; y la que fue santo y seña del edificio durante ciento veinte años, desde que comenzó su andadura allá por el año 1896 bajo su primera denominación, Tejidos Romero y Bobillo, la que a partir de entonces hemos conocido como La Moda Ideal y que mantenía viva esa esencia del pasado, conservando prácticamente intacta su estructura original y conservando de esa época la caja registradora con un mármol en el que se golpeaban las monedas para comprobar que no eran falsas y un viejo escritorio de madera en la trastienda, junto a viejos decorados.
Ese fuego se ha llevado por delante los recuerdos, la ilusión y una parte importante de la vida de su propietaria Mayte Ramírez, sobrina nieta de D. Luis González García, quien en 1904 había comenzado a trabajar en el negocio, con 14 años, primero como empleado, luego como socio con los dos propietarios (Romero y Bobillo) y más tarde lo regentó en solitario, ya dedicado exclusivamente a la venta de tejidos, y se mantuvo tras el mostrador hasta los 90 años. Mayte es quien ha continuado con la tradición familiar y regentaba La Moda Ideal desde hacía 32 años, ella es el último eslabón de una cadena familiar.
El tiempo pasa y la vida sigue aunque, para nuestra desgracia, ese tiempo ya no será medido por el extraordinario reloj que se encontraba sobre la caja registradora de La Moda Ideal, porque ambos pararon su tiempo y finiquitaron su existencia la tarde noche de ese fatídico primero de febrero de 2016.