José Antonio Gómez Novoa
Ventana indiscreta: Gripe
Todo cambió la noche de reyes cuando derramé aquel vino espumoso italiano sobre mi señora. Al contacto con el vestido de noche estilo "Pedroche" que se había puesto para la ocasión, surgió una reacción química que provocó la somnolencia en todos los invitados.
El salón quedó sumergido en un vapor humeante que aunque parezca extraño, no consiguió ahuyentar a los reyes magos que sobre las 5 de la mañana se acercaron por allí.
Baltasar observó el tendido y le comentó algo a sus colegas en esperanto: "¡ke maloftaj familio. ciuj dormis en la salono vestita!" (¡Qué familia más rara. Todos durmiendo en el salón), a lo que respondió Melchor: "¡Neniu faras. Ni atendis kaj ili ekdormis!" (¡No hombre no. Nos estaban esperando y se quedaron dormidos¡). Gaspar que parecía el más listo sonrió y sentenció: "¡Okazis kamelojn kaj mi certigas vin ke ne estas la nia!" (¡Aquí ha habido camellos y os aseguro que no son los nuestros!).
No sé si aprovechando la coyuntura o realizando su tarea habitual en los domicilios, se acercaron al mueble del salón bebiendo y deglutiendo 12 copitas aflautadas de licor café y 4 turrones de chocolate. También se fumaron un puro habano que llevaba 25 años abandonado detrás de la última botella del mueble del salón. Gaspar asió una cuchara en la mano, una botella de anís el mono y raca, raca, raca, cantó un villancico (Blanca Navidad) en otro idioma que no alcancé a adivinar.
Mientras tanto yo, era incapaz de moverme: dolores musculares, escalofríos, mareos, cefalea. Quise creer que era víctima de una reacción química nociva pero no, el galeno varias horas después me diagnóstico gripe, y aquí estoy 20 días y 200 caldos de pollo más tarde aún con las secuelas del proceso.