Beatriz Suárez-Vence Castro
Suave
Hay afectos que llegan y se van sin más. Otros duran para siempre. Simpatías y también antipatías eternas.
Todos recordamos a algún profesor que nos amargaba el día. Pero a ese, con el tiempo lo olvidamos. Quien se nos queda para siempre en la memoria es aquel que nos ayudó cuando estábamos desorientados. Cuando teníamos toda la vida por delante y no sabíamos muy bien qué hacer con ella. Cuando éramos niños o adolescentes encontrándonos con el mundo.
El sábado pasado publicaba el Diario de Pontevedra una entrevista con Javier Domínguez, ex componente de Los Suaves y profesor del I.E.S. Valle Inclán. Javier fue mi tutor de C.O.U. el curso correspondiente, cuando yo estudiaba, a lo que ahora es segundo de bachillerato.
Impartía aquel año, clase de Historia. Una asignatura delicada de enseñar. Sobre todo cuando los alumnos son jóvenes. Si no consigues engancharles, se duermen. Si lo haces de manera tendenciosa, te odian. Hay que apasionar sin herir. Y Javier lo conseguía. Sus clases eran estupendas. Y estoy segura de que lo siguen siendo.
Recuerdo como le gustaban los temas relacionados con las Revoluciones: la Francesa, la Rusa, la Industrial. Cómo se preocupaba de qué entendiésemos las lecciones. Nos ayudaba a tomar apuntes que tuviesen sentido. Y nos insistía en la importancia de las fechas a las que por aquel entonces, no teníamos demasiado en cuenta. No le hacía falta exaltarse para atraer nuestra atención: la tenía desde el momento en que entraba en el aula.
Al evaluar era exigente y, sin embargo, justo. Explicaba la razón de alguna nota si era necesario y hacía algo que luego he vuelto a ver muy pocas veces, incluso en mi etapa universitaria: Comentaba los exámenes, una vez hechos, con los alumnos, sin que ellos se lo pidieran, aclarando las dudas que surgiesen o las respuestas que habían llamado su atención durante la corrección.
Se tomaba muy en serio no sólo sus clases sino también las tutorías y cuando aún no existía la figura del orientador, él ya orientaba. Se preocupaba de la persona que había dentro del alumno.
Cuando terminábamos C.O.U. los que queríamos acceder a la Universidad teníamos que hacer, igual que hoy los chicos y chicas de bachillerato, las PAU (pruebas de acceso a la Universidad). Y ahí nos entraban los siete males. Los nervios y el "no me da tiempo". Y ahí estaba, también, Javier. Tuvo el detalle de pasarse por el lugar donde nos examinábamos para ver cómo estábamos y animarnos antes de la prueba. Marcaba la diferencia.
En la prueba de Historia, una de las preguntas a desarrollar fue la Revolución Rusa. Algo sabíamos de aquello.
La entrevista que Belén López le hizo para el Diario tiene como motivo su pasión por Los Suaves, el grupo emblemático de Rock al que perteneció como batería y en el que continúan sus hermanos: Yosi y Charli. Javier ha escrito la biografía de la banda, que es leyenda para siempre del Rock and Roll español.
En la entrevista, habla, como corresponde, de la trayectoria musical de sus hermanos. Sólo hace referencia a su trabajo como profesor cuando Belén le pregunta si nunca se arrepintió de dejar la banda. Quienes asistimos a sus clases ya sabíamos la respuesta antes de leerla.
En el aula Javier es, para los que siempre seremos alumnos suyos, lo que para los fans del Rock nacional es Charli : "El puto amo". Y agradecemos enormemente que haya cambiado un escenario por otro.
Yo creo que nunca se ha arrepentido de dejar la banda porque, en el fondo, sigue siendo un Suave, pero dando clases en lugar de conciertos. Con entrega total.
A mí, que fui adolescente de pop blandito, una" chica cocodrilo" en pleno éxito de los Hombres G, no me interesaba el heavy. Los Europe ya me parecían muy fuertes. Así que nunca seguí a los Suaves.
Ahora que Javier ha escrito la historia del grupo, de la que él mismo forma parte, soy capaz de leérmela. Y de ir a la presentación del libro en Pontevedra el 25 de noviembre en el Museo. Porque los buenos profesores tienen algo en común con los viejos roqueros: nunca mueren. En el caso de los Domínguez son, además, hermanos.