Alba Piñeiro
Cursos que se evaporan
Dicen que el saber no ocupa lugar. Nunca nos alcanzará la vida para leer todos los libros que se hayan escrito o para estudiar siquiera alguna cosa en cada rama del saber. Tenemos que seleccionar qué queremos leer o estudiar para poder saciar nuestra sed de información o de conocimiento.
Generalmente buscamos que lo que aprendemos satisfaga nuestras tendencias o que nos ayude a mejorar como profesionales, en el momento presente o en un futuro. Sin embargo, se dan ocasiones en las que el sistema no garantiza las condiciones necesarias para continuar aprendiendo, e incluso ciertas actitudes de aquellos en quienes se delega esa potestad de fomentar el aprendizaje niegan la posibilidad de adquirirlo. La emisión del programa "Salvados" este domingo y las diversas noticias acerca de fraudes en los cursos a parados así lo atestiguan.
El mercado laboral es cada vez más exigente y toda persona que esté en él, así tenga una muy buena formación, tiene que ser consciente de que en un contexto de dinamismo debe mantener sus conocimientos actualizados. Nunca es tarde para aprender cosas nuevas o para optar por reciclarse. Las personas con un problema de paro que previamente tenían un nivel de instrucción bajo son las más necesitadas de oportunidades para formarse, con lo cual, las instituciones deberían darles facilidades para poder renovarse y evolucionar, pues con esas habilidades extra podrán volver a estar activos. Lamentablemente, como se puede observar, al dinero destinado a esos cursos no se le da el uso que le corresponde.
Cabe señalar que en parte el problema del fraude empieza en la subestimación de los propios cursos. Para no pocos individuos son una obligación que evita que desde las instituciones encargadas del control del paro aprieten las tuercas y en el caso de los encargados de impartirlos, hay cierto elitismo latente, debido al tipo de cursos que se dan y a la situación de los alumnos. Mucho cambiarían las cosas si para ser fontanero, por poner un ejemplo, hubiese que ser universitario No estaría de más recordar que el trabajo mal hecho de un fontanero puede inundar una casa y nadie nace aprendido: si fuera tan fácil serlo, cuando tuviésemos un problema en las tuberías, no haría falta llamar a uno.
Más o menos importantes que seamos en la sociedad, todos somos necesarios. Todos podemos aportar algo a ella. Y por muy alto estatus que tengamos, nadie es imprescindible.
Aprender no es una tontería y las instituciones deberían velar para que se tomase más en serio tanto la oportunidad de hacerlo como la calidad con la que se hace. El parado lo suele ser por la coyuntura económica y la persona sin estudios puede que no fuera lo suficientemente alentada u orientada en relación a sus intereses y destrezas. Ambos necesitan la estimulación adecuada para poder progresar. No estar dispuesto a dejar de ser un ignorante será moralmente grave, pero que te nieguen la opción de dejar de serlo (tanto si eres un parado, como si eres un estudiante al que no se le apoya para que continúe siéndolo) es un atentado a la ética. Como dijo Derek Curtis Bok, si usted cree que la educación es cara, pruebe con la ignorancia.