Beatriz Suárez-Vence Castro
Resiliencia
La resiliencia es un concepto que hasta hace poco no conocíamos y que empieza a hacerse cada vez más familiar. Es la capacidad que tienen las personas para superar situaciones adversas y sobreponerse a períodos de sufrimiento emocional.
La resiliencia se confunde con la resistencia pero va un poquito más allá de esta. La persona resistente es aquella que aguanta las adversidades, que no se doblega ante ellas. Quien es resiliente, además, es capaz de crear un comportamiento vital positivo frente a esas mismas adversidades. No solamente las soporta sino que consigue mantener su ánimo firme en medio de ellas e incluso utilizarlas para construir algo positivo. La traducción al lenguaje llano lo encontramos en el dicho "Aquello que no me mata, me fortalece". Es una capacidad que tenemos pero que no todos podemos desarrollar solos. Quizá no sabemos que la poseemos hasta que la vida nos prueba.
Todos conocemos casos de personas que dicen sentirse mejor después de haber pasado por situaciones extremas como una enfermedad grave o una pérdida importante. Y nos cuesta mucho entenderlo. Sin embargo es así. Después de haber sobrevivido a estas experiencias se sienten más fuertes ante la vida. Han aprendido a valorar lo que tienen, a aprovechar la vida al máximo y a extraer de, ellos mismos, un potencial que antes de atravesar tal situación no sabían que tenían.
Es cierto que también podemos llegar a las mismas conclusiones sin necesidad de pasar por semejantes experiencias y todos preferiríamos hacerlo así, de una manera más fácil, menos dolorosa. Pero también es cierto que es difícil sentirse contento de verdad si no se ha conocido la tristeza. Preocuparse por superarse en la vida si uno no ha tenido nunca la necesidad de hacerlo.
Quienes tienen la capacidad, prácticamente intacta, de sacar el mejor partido a una situación, son los niños. Se recuperan asombrosamente bien de las situaciones complicadas porque tienen la capacidad de vivir el momento y aunque se entristecen cuando las cosas no salen como quieren también disfrutan muchísimo cada cosa buena.
Un estudio realizado por el grupo Nickelodeón Kids&Family entre niños de edades comprendidas entre los nueve y los catorce años de treinta y dos países distintos, sitúa a los niños españoles como los cuartos más felices del mundo, tras los mejicanos, filipinos y franceses.
Algo estamos haciendo bien cuando nuestros niños son felices.
Como profesora, muchas veces he visto padres y madres agobiados pensando si lo están haciendo bien si no acabarán preocupando a sus hijos con sus propios agobios, si no les "contagiarán" su estrés. Quizá en parte sea así, pero no necesitamos ser unos padres perfectos ni criar hijos perfectos porque es imposible. Mientras consigamos protegerles en lo fundamental, tanto padres como educadores lo estaremos haciendo bien.
Por mucho que pensemos que vamos a meter la pata, o que tenemos que cerrarles los ojos ante determinadas cosas porque es mejor que no las vean, que no sepan que existen, los niños tienen un criterio propio.
Es cierto que no están formados de todo, que son influenciables en muchos aspectos y que debemos inculcarles unos valores fundamentales y ahorrarles exposiciones innecesarias. Pero ellos aprenden a razonar por su cuenta y saben distinguir. Son ellos los que a veces nos animan a nosotros. Los que nos enseñan.
Es curioso que, según el estudio de Nickelodeón, en países como Egipto e incluso en algunas zonas de Africa los niños son felices.
Son expertos en resiliencia. Hace muy poco, en dos programas de televisión en los que los niños tienen que cantar y bailar imitando a personajes famosos, hubo dos pequeños que hicieron un plante, negándose a imitar a Miley Cyrus y a Justin Bieber porque nos les gustaba la actitud que estos dos artistas "ídolos juveniles de masas", tenían. A la niña, Miley Cyrus le parecía una guarra, textualmente. Al niño no le parecía bien que le propusiesen imitar a Justin Bieber porque al cantante en cuestión lo habían pillado drogándose.
Que a nosotros o a los responsables del programa les parezcan los de los niños criterios extremos o sensatos a los chiquillos les da igual. Es lo que piensan y por mucho público que tengan delante, no van a cambiar. Otra cosa es que según las normas del programa lo vayan a tener que hacer. No sé. Pero ellos ya han opinado. No es tan fácil como parece que les laven el cerebro.
Por eso cuando nos parezca que estamos intoxicados de opiniones de uno y otro lado o cuando estemos viviendo algo que creamos que no podemos superar, procuremos sacar la parte de niños que llevamos dentro. Para volver a confiar en nosotros mismos. Para resistir cuando no nos lo pongan fácil. Y para ser capaces, con resiliencia, de construir donde parece que ya no nos queda nada.