Jorge Gómez García
Ahora más que nunca
Digerido el palo de ayer, toca mirar al frente. Pasar de ser primeros a cuartos es un golpe, pero lo importante es que, finalmente, el Pontevedra se ha logrado meter en la fase de ascenso. Los análisis y las conclusiones quedarán para otro momento. No es hora. El rendimiento del equipo ha sido excepcional en los últimos partidos y con eso nos debemos quedar ahora.
La buena actuación de los pupilos de Manu Fernández ha conducido a que la hastiada afición granate haya comenzado a reengancharse al equipo. Las ínfimas entradas en Pasarón han pasado a mejor vida. El granatismo ha renacido de entre las cenizas, demostrando que cuando el equipo ofrece lo exigible, ellos responden.
Ayer fueron los propios aficionados los que levantaron a un vestuario hundido. Más allá de la frustración inicial, el empate en el maldito O Condús -nunca un descenso fue tan positivo para el fútbol- no debe bajar la moral del grupo. Se peleó, se jugó bien -en la medida de lo posible- y se tuvieron ocasiones. Nada que reprochar.
Por ello, es momento de seguir remando. Seguimos en la lucha y si equipo y afición continúan unidos, será muy difícil derrotar a este Pontevedra. Pasarón debe volver a ser el de las grandes citas. La gente no debe bajarse del barco: ahora empieza lo bueno. Desde el club deben incentivar la asistencia al estadio, porque por ahí comienzan a ganarse las eliminatorias.
Deportivamente, no hay dudas de que es posible ascender. Pese a ser cuartos y jugar todas las vueltas fuera de casa. ¿Qué importa eso? La solidez defensiva es fundamental en los play-off y ahí el Pontevedra destaca. No será fácil, pero nadie dijo que lo fuera. ¿Desde cuándo a este club le van los retos fáciles?
El camino será más largo, pero el premio final es el mismo. Habrá que demostrar porqué el Pontevedra es conocido como el equipo del 'Hai que roelo'. Quedan seis finales y la Marea Granate debe estar presente. Como en el 84, como en el 2004. Somos cuartos, y este año también acaba en cuatro. Crean en las señales. ¿Por qué no vamos a ascender?