Alfonso González
El timo del catastro
Por estas cosas de la vida, o más bien de la edad, he dado con mis huesos en el catastro; y acabo de comprobar que se trata de otro más de esos organismos inútiles que tenemos en este país. Pero en este caso, su mal funcionamiento es aún más grave porque lo que dice el catastro va a misa, o mejor dicho al bolsillo.
El ciudadano se siente impotente, mareado, y finalmente timado por una administración que por encima es Hacienda. Lo trágico y cómico de todo esto, es que en petit comité incluso hay funcionarios y notarios que reconocen que en Galicia el catastro está muy mal hecho y lleno de errores.
Lo triste es que nadie se preocupa de corregirlo porque después son los ciudadanos los que tienen que moverse, y por supuesto pagar de su bolsillo, para solucionar tanto despropósito.
Hasta que alguien me demuestre lo contrario, opino que el catastro sólo sirve para recaudar; porque por encima NO garantiza la propiedad de los bienes por los que cobra. Es decir, yo puedo estar pagando toda la vida la casa del vecino, que nunca será mía. Incluso puedo pagar por todas las fincas de mi pueblo sin que ninguna me pertenezca. Vamos una tomadura de pelo.
Pero el asunto aún tiene más miga: el catastro hace una valoración de cada uno de los bienes según la cual nos cobran los correspondientes impuestos anuales; pero curiosamente esa valoración no sirve para casi nada. La propia Xunta de Galicia se la pasa por el forro para obligar a los ciudadanos a pagar más impuestos por las transmisiones de las propiedades. Es decir la Xunta dice que le importa un comino la valoración oficial del Catastro, y por su cuenta valora más alto todas las propiedades para que los paganinis abonen más impuestos por los trámites de sus propiedades. Vamos, otro robo.
Pero el escándalo que rodea al Catastro va aún más lejos porque, al menos en Galicia, no da una a derechas. Los funcionarios se quejan de que aquí hay muchas fincas, además muy pequeñas y que, en muchos casos, los propietarios no tienen los documentos al día. Pero esto no es el problema; esto es la realidad; y la causa de esta realidad está en la forma chapucera en que se vienen actualizando los catastros en los últimos años.
Los ayuntamientos pagan con dinero público un trabajo que adjudican a supuestas empresas especializadas, que en su mayoría se limitan a superponer fotos aéreas sobre los mapas del Sigpac; y así salen luego las barbaridades que salen.
Alguien decide en un despacho hasta donde llegan las fincas, o donde termina la propiedad de mi casa, pero nadie busca "los marcos". Si un vecino decide hacer un simple muro en su propiedad, algún lumbrera lo señala como camino público o como una segunda finca. Así sin más; y les importa un pito, porque luego los propietarios tienen que volver a pagar de sus bolsillos una pasta gansa y asumir numerosos trámites para corregir los errores que otros han cometido. Otro robo.
La pregunta es fácil: ¿por qué no se hace el catastro a pie de finca, pateando las "corredoiras" y las aldeas una a una con los paisanos al lado y la documentación correspondiente en mano? Seguro que algunos ya sudan sólo de pensarlo. Claro, es más fácil cobrar por no hacer nada y adjudicar fincas por ordenador. Otra estafa.
Es curioso pero de momento no he oído a nadie decir que hay que simplificar todo esto, mejorar el funcionamiento del catastro y eliminar los farragosos trámites que se exigen en este país por tener una simple "leira". No me extraña que los paisanos gallegos tengan todo sin legalizar, porque el 90% de las fincas no compensan el dinero que cuesta ponerlas al día entre notarios, peritos, catastro, registrovamos una cadena de inutilidades que da de comer, y muy bien a muchos, a costa de los de siempre.
Esta claro que aquí hay que meter tijera; hay que suprimir trámites y desde luego rebajar tasas. Cómo puede ser que un simple ciudadano con unas cuantas finquitas, de 100, 200 o 500 m2 en medio del monte, tenga que pagar más de 2000 euros por tasas y trámites. Estamos ante otro robo legalizado por nuestras administraciones.
Ante este panorama, lo mejor es no tener absolutamente nada y dejar que Galicia se convierta en un inmenso bosque abandonado. A ver a quién le cobra después el catastro.
29.11.2012