Oliver Laxe: "Nunca había tenido acceso al arte ni al cine hecho con alma. Lo tuve en Pontevedra"
A sus 35 años, Oliver Laxe es uno de los cineastas españoles de mayor proyección. En 2010 presentó en Cannes su primer largometraje, Todos vosotros sois capitanes y ganó un premio. Seis años después, regresó al festival con su segunda película, Mimosas, y de nuevo volvió a ganar la sección en la que competía, en este caso la Semana de la Crítica. Ahora, mientras prepara sus nuevos proyectos, colabora con el festival Novos Cinemas de Pontevedra.
Ha regresado al campus de Pontevedra, lugar en donde estudió y en el que "descubrí el cine con alma", según reconoce en esta entrevista con PontevedraViva, un cine que le ha acompañado en toda su trayectoria profesional. Ahora, intenta transmitírselo a los alumnos del taller Correntes. En él, guía a diez estudiantes en la realización de una serie de piezas audiovisuales que relacionen el Lérez con su entorno humano y que serán estrenadas en la segunda edición del festival.
¿Qué se siente regresando a la facultad en la que estudiaste?
La verdad es que estoy emocionado porque es inevitable sentir el paso del tiempo cuando vuelves después de quince años. He hecho el mismo recorrido que hacía cuando vivía aquí. Vivía en la Plaza de la Verdura, un sitio emblemático de Pontevedra. Es una mezcla entre la nostalgia y un intento de hacer presente de ese pasado. Estoy contento de haber vuelto. Además me he identificado mucho con los alumnos que tengo en el obradoiro, porque les noto una sed que yo tenía a su edad. Me ha gustado sentir eso.
Pontevedra te marcó, ¿no? Al menos, desde el punto de vista creativo.
Sí, porque había vivido en A Coruña muchos años y allí no tenía acceso a un cine con alma. No hay cineclub. Aquí sí que hay una institución con mucha tradición y había varios obradoiros de extensión universitaria. La universidad fue la que colmó muchas de mis inquietudes como persona y como artista. Colmó esa sed de conocimiento y de arte. Fue como descubrir una nueva dimensión de mi persona. No había tenido acceso al arte ni al cine hecho con alma y aquí lo tuve. Fue como una pequeña iluminación estar aquí en Pontevedra.
Un cine con alma que luego marcó tu cine.
Aquí mordí el anzuelo, se me inoculó el veneno que me acompañó después. Desde entonces, ya me abandoné al arte.
Y quince años después, ¿todo eso que sentiste es lo que le trasladas a los alumnos de este obradoiro?
Mi forma de servirlos es meterme dentro de ellos e intentar sentir lo que ellos están sintiendo. Pienso que estamos muy desarraigados, muy inadaptados a esa edad e intento hablarles de cómo el cine para mí fue una herramienta para estar más en armonía con la gente y con el medio en el que estoy. Intento desde mi experiencia dialogar con ellos y demostrarles cómo el arte puede ser una herramienta para que ellos se emancipen y sean personas más sensibles y, por lo tanto, soberanas.
¿Cómo hubieses recibido tú en su día un obradoiro como este?
Imagínate, pues muy bien. El problema de hoy en día es que tenemos una falta de referentes, de maestros, de amadores, de gente que haga las cosas porque sí, porque necesita hacerlas con amor. Tanto referentes políticos como artísticos o espirituales. Dicen que el mayor placer que se siente con una obra de arte es cuando sutilmente uno siente la libertad del autor, que nosotros como espectadores disfrutemos de esa libertad que es tanta escasa en esta histeria colectiva en la que vivimos. Y la verdad es que estar en contacto con un artista que es libre, que no tiene miedos, que pone siempre su vida en peligro, que se transforma con cada obra de arte, pienso que es nutritivo.
¿Oliver Laxe en qué momento vital se encuentra?
"Sigo empleando el cine como un modo de entender quién soy y cómo veo este mundo, pero ya estoy más adaptado, más en armonía"
Sigo empleando el cine como un modo de entender quién soy y cómo veo este mundo, pero ya estoy más adaptado, más en armonía. Mi cine es más luminoso, menos oscuro que al principio. Para mí, el cine era como una especie de bastón que empleaba porque no veía. Ahora, intuyo que empiezo a ver, empiezo a no tener que precisar ese bastón.
Con Mimosas has vuelto a triunfar en Cannes. ¿Contento con el éxito de la película?
Muy contento. Estoy creciendo como persona y como cineasta y me estoy permitiendo ser libre. Además, ver que la gente tiene sed de estas películas, que no son fáciles de hacer, y ver que tiene repercusión interior en la gente, me motiva para seguir haciendo películas. Fue un proceso díficil, pero ahora ya estoy pensando en regresar a Galicia y hacer otros proyectos aquí.
¿Qué tienes ya entre manos?
Supongo que rodaremos algo en Pontevedra porque estoy preparando una película sobre los incendios y desgraciadamente en esta provincia hay bastante. Es una película que será una homenaje a esta tierra que amo tanto. Y en paralelo, estoy con un proyecto de granja escuela en Os Ancares. Quiero rehabilitar los soutos de aquellas montañas. Ya empiezo a irme del cine un poco (se ríe).
¿Tenías ganas ya de volver a Galicia?
Tenía la necesidad de volver, desde hace años. Mimosas fue un proceso demasiado largo. Siempre mantuve una conexión porque mi familia vive aquí. Además, encuentras una Galicia allí donde vayas. Hay ciertos valores de humildad, de sentirse pequeños y en armonía con el mundo, que encontré en Marruecos. La gente en el rural tiene la misma alma y el mismo corazón en cualquier parte del mundo.
Sueles trabajas con gente que no son actores o actrices, ¿es algo que necesitan tus historias?
"Soy el primer cineasta español que con sus dos primeras películas va a Cannes (...). Merezco la oportunidad de que la televisión pública de este país apoye mis proyectos"
La verdad es que me gusta mucho la gente auténtica. Esto para mí es un intercambio, no soy yo un demiurgo que creo a todo el mundo. Yo me adapto al mundo. Hay una mezcla, hay ideas mías pero me gusta trabajar y esculpir lo real, ver la gente como es y que me descubran ellos cuál es la peli que estamos buscando. Me conmueve profundamente la gente. Descubrir a alguien y que esa persona haga uno de mis personajes es un juego que me gusta mucho. Detecto cosas hermosas en la gente y es lógico que haga películas con ellos o con amigos que me encuentro en el camino.
Desde tu posición actual, ¿cómo ves el futuro del cine español?
Hay un cine muy polarizado. Es difícil hacer un cine con alma apoyado por las instituciones. Y eso a pesar de que ese cine que se hace al margen, es lo que más representa a la cultura española fuera, somos los que más vamos a festivales. Acabo de tener la negativa de TVE para apoyar mi nueva película, es la tercera negativa que recibo. Soy el primer cineasta español que con sus dos primeras películas va a Cannes, encima con premios. Pienso que merezco la oportunidad de que la televisión pública de este país apoye mis proyectos. Pero no se da el caso.
No depende solo de ellos que se haga o no películas, pero me apetece romper la dicotomía de este cine de autor que se hace de manera precaria y el cine que se hace con dinero, que tampoco es comercial porque ese cine no amortiza todo, ni crea industria, ni genera públicos. Pero encuentro en el cine actual mucha autocondescencia, que se encuentran comodos, es una suerte de hegemonía. Romper eso no es fácil.
A pesar de ello, con Mimosas lo has conseguido...
Estoy muy contento con el estreno de Mimosas, desde luego. Empieza a haber redes de distribución alternativas, que es algo que flojeaba. Soy de naturaleza optimista. Creo que las cosas van a cambiar, pero no lo harán pronto. Y hacer películas va a ser como siempre, trabajar cuatro veces más, adoptar más riesgos... De alguna forma tengo asumido que con un presupuesto de un equipo de segunda B, tengo que intentar meter al equipo en Europa. No pasa nada, porque voy a seguir. A las pelis hay que ponerles corazón. En el arte también pasa. Y volverá a pasar.
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